—¿Hablas en serio? —preguntó Camila después de unos minutos de silencio que debieron hacerle darse cuenta de que no estaba tratando de ser gracioso.
Asentí. —Sí. Esa carta tiene que abrirse dentro de cinco años, cuando cumplas dieciocho.
El plan era simple: escribirle cartas en cada cumpleaños, y en cada carta le contaría lo que hice durante todo el año. Esta carta en particular contenía cómo descubrí que ella era mi pareja y todo lo que tenía que hacer para que ambos pudiéramos tener una vida normal.
Elegí hacer esto porque era la única manera en que creía que Camila entendería lo que había sucedido y por qué tuve que hacer lo que hice. No quería arriesgarme a perder nuestro vínculo para siempre cuando cumpliera dieciocho y me odiara.
—Exactamente, Kyle. Faltan cinco años. ¿Por qué me regalas una carta que no podré leer durante los próximos cinco años?
Por supuesto, mis hermanos entendieron por qué, pero no dijeron ni una palabra, lo que me dio la oportunidad de decir:
—Porque estoy