-¡Príncipe alfa Kyle!

No fue hasta que su dulce voz llego a mis tímpanos que me di cuenta de que debería haber insistido en tomar uno de los autos que habían estado en nuestro garaje durante años. Rara vez los usamos, pero este habría sido un buen momento para pasar junto a Camila, que ya corría hacia mí con un niño muy familiar justo detrás de ella.

Era como su guardia, y tal vez habría sentido celos si el niño no fuera mi hermano, Ronald. Él y Camila son amigos a pesar de que el era menor que ella. Nunca entendí cómo Camila y Ronald lograron conectarse a pesar de sus diferencias.

A Ronald le gustaba entrenar en la arena, y nunca lo había visto leer un libro si no era obligatorio en su academia. Pero de alguna manera, encontraron la manera de ser amigos.

—Hola, hermano. —Ronald asintió brevemente, y supe que estaba a punto de decirme que no me llevara a Camila para poder correr con ella—. ¿Puedes, por favor, no hablar de libros ahora mismo? Quiero que mi ami-

—Cállate, Ronald. —Camil