Después de pasar esa cena con ellos, James empezo a sentir que ese vacío que sentía se llenaba poco a poco, porque fue tomando como rutina el pasar temprano a la cafetería a comprar su café y su sándwich antes de ir a la oficina e igual sentía un extraño sentimiento que lo motivaba a convivir más con el pequeño Arturo.
Al día siguiente, al llegar a la oficina, Ángel le confirmo sus sospechas sobre las acciones de Elizabet con respecto a la casa de Amelia, por lo cual James ahora estaba realmente furioso al ver todo el daño a esa propiedad… y si estaba furioso con solo las fotos, no sabía que podría hacer si miraba en persona ese desastre.
- ¿Qué quieres hacer con esto? – le preguntó el pelinegro.
- Por ahora nada – le ordenó dejando notar la frustración en su voz.
- ¿Qué? pero…
- Si llego y les digo esto ahora a mis padres, tristemente ellos no me van a creer porque Elizabeth los tiene en la palma de su mano.
- ¿Entonces? ¿la dejaras salirse con la suya?
- No, voy a reunir toda la evi