En aquel yate, Katherine intentaba sobrevivir a Emily, quien le gritaba, la golpeaba y le reprochaba, culpándola de todas las desgracias de su vida. Aquella mujer sucia, con el cabello mal recortado y que usaba ropa vieja del doble de su talla, distaba mucho de aquella Emily vestida de Prada que le había arrojado algunos dólares encima aquel día en su cumpleaños cuando dijo una cruel mentira que la separó de Henry durante tanto tiempo.

El amor obsesivo que Emily Gibson tenia hacia su ex esposo y el no haber aceptado nunca que Henry jamás la amó, la había destruido.

—Escucha, Emily…aun puedes detener todo esto, no es demasiado tarde para ti, detente antes de que termines de arruinar tu vida, se lo mucho que duele perder a quien amas, pero tienes que creerme, jamás te quite nada, jamás quise hacerte daño. Henry decidió por sí mismo y fuiste tú la que se aferró a la idea de algo que nunca fue… por tu vida misma detente ahora antes de que sea irremediablemente tarde. — suplicó Katherine.