Louis Auguste Leroy sostuvo la mirada de Donovan unos segundos más, con esa pequeña sonrisa ladeada que no dejaba ver del todo lo que pensaba.

—Muy bien —dijo al fin, recostándose un poco en el sillón—. Entonces, pospondremos el cumplimiento del trato matrimonial.

Rosalind sintió que el aire se le detenía un instante en el pecho. No se esperaba una concesión tan directa, tan rápida, sus dedos apretaron un poco la taza de té.

Donovan no parpadeó, pero una línea más firme se marcó en su mandíbula.

—¿Posponerlo…? —repitió con calma—. ¿Bajo qué términos, señor Leroy?

Louis tomó su taza, le dio un pequeño sorbo, y luego la dejó de nuevo en el platillo con un sonido suave.

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—Viajaré a Inglaterra en unas semanas —explicó, como si hablara de una reunión social más—. Quiero asistir al juicio contra la asesina de mi sobrina Candice. La enfermera.

Rosalind parpadeó.

"¿Va a viajar por eso…?"

Donovan frunció apenas el ceño.

Por dentro, la mente de ese hombre se movió a toda velo