―Amara no ha vuelto a la oficina en tres días y el jefe tampoco. Así que…
Las sienes de Ana Paula palpitaron y sostuvo el teléfono con fuerza, no obstante, no dijo nada, siguió soportando la ira en su interior.
―¿Sabes a dónde?
―No tengo esa información…
―¡Te pagaré!
―De verdad no la tengo, sol