―Vamos, Stella. No te lo tomes a pecho, es solo un vestido.
Ella guardó silencio y respiro para calmarse.
―¿Estás molesta, verdad? Está bien, me disculpo. No volverá a suceder.
―Eso espero. Voy a prepararme, te enviaré en cuanto esté lista.
―Estoy seguro de que serás la mujer más hermosa de la n