Samuel se había arrepentido de la nota y cuando iba llegando escuchó lo que Natalia dijo y se dio la media vuelta.
Habían pasado tres días en los que Samuel pasaba la mayor parte del día en el trabajo en reuniones con clientes, con los socios y accionistas, revisando documentos y cuando acababa temprano se quedaba en la oficina hasta que llegaba la noche.
Sonó su teléfono y era el representante y abogado y su amigo.
Samuel: hola Francisco.
Francisco: hola Samuel, hablo para decirte, que ya he llevado la demanda de divorcio al juzgado para que se realice tu divorcio, ya no hay vuelta atrás amigo muy pronto vas a ser libre... (momento de silencio) sabes bien que en cuanto se enteren tus padres se enterará Roberta y va a volver para que te cases con ella.
Samuel: lo sé, pero ella se merece ser mi esposa toda la vida me ha amado, lo sabes bien que me ha perseguido desde la secundaria.
Francisco: Samuel lo sé, pero tú no la has amado ni la amarás, será mejor que en lo que sale la sentencia