Nada más importante.

Liam David Aray

Atenea terminó agotada nuestra sección en la tina, pero su rostro denotaba una sublime expresión de felicidad. Si ella era feliz, yo me sentía el rey del mundo. Seque suavemente su cuerpo, la levante en mis brazos  y la deposite envuelta en un grueso albornoz en la cama. Me recosté a su lado y bese sus piernas, su abdomen, apartando la bata de toalla que la cubría. Continúe avanzando hacia su frente y por último un beso en esa boca de mis sueños húmedos. Me recosté a su lado y la abracé contra mi cuerpo desnudo. Recién puse la cabeza en la almohada quede profundamente dormido. Las noches sin dormir por el juic