--- Dominik Müller ---
Al salir de la cocina, veo cómo Ana tropieza con una mesa que se encontraba en el pasillo, corro a ayudarla.
- ¡Auch, Auch! ¡Mi dedito, mi dedito…! ¡Pinche mesa! ¡Si seré! – Dice varias cosas, las primeras dos las entiendo, pero las segundas las dice en español y no sé por qué presiento, pero son malas palabras.
- Ana… ¿Estás bien? – Preguntó al momento que llegó a su lado.
- ¡NO! No estoy bien, mire mi dedito… - Dice y veo que se ha sangrado un poco.
- ¡Dios! ¿Ya vez por qué te pido que no andes de puntitas y descalza…? - Digo y veo que sus ojos se llenan de lágrimas.
- ¡No me regañe y ayúdeme a llegar a mi habitación! Ahí tengo alcohol y algodón.
Sin más remedio, la cargo y la termino llevando a donde tanto estaba tratando de no entrar y sí, la llevo en brazos, pero no por las razones que quiero. La pongo en la cama y busco el alcohol y algodón para limpiar la herida, aunque encuentro algo mejor.
- ¡Espere, espere! Solo hágalo con cuidado… - Dice Ana y me toca