Al acercarme a él, me sonrió, usó esa sonrisa que me encantaba cuando era joven, al ver a su hija, es evidente que es suya, aunque los ojos supongo salieran a la madre, todo lo demás es suyo, ¿Por qué le pregunto si puedo cargarla? ¡No lo sé! Pero lo hago y es cuando noto lo pequeña e indefensa que es, ver cómo aquella pequeña me estiró los brazos me hizo querer protegerla.
¿Qué demonios pienso? No, solo quiero hablar con él, ¿Por qué estoy pensando en otras cosas? No puedo pensar en otras cosas, no, no.
- “Ana, compórtate, tú tienes pareja, es un buen hombre y vas saliendo de una fea relación. Héctor seguramente debe tener a alguien en su vida, digo, debe ser uno muy ciega para no ver lo evidente, el hombre es un bombón.”
Siento una extraña opresión en mi pecho cuando habla de cómo es que tiene a su pequeña Jude, ¿qué clase de mujer dejaría a su bebe? Digo, yo no soy perfecta y no me encantan los niños, no es que los odie, pero no soy de las que se emocionan al ver a un bebe.
Si se da