Diego no apareció en los siguientes días. Quizá no sabía cómo explicarse, o nunca tuvo intención de hacerlo.
Sofía, por su parte, no se molestó en llamarle y decidió esperar a que él se pusiera en contacto con ella.
—¿Matías va a acabar en la cárcel así como así? —Sofía seguía sin creérselo.
Después de todo, era un César. Que Ernesto le abandonara tan fácilmente la sorprendió.
Sentado frente a ella, Julio le puso comida en el plato. Ernesto no era estúpido, sabía que Juan estaba tensando la cuerda. Si insistía en sacar a Matías, la situación podía empeorar hasta un punto que no retorno. No podía permitir que Juan agravase la situación, así que no le quedaba más remedio que abandonar a Matías.
Había demasiados secretos oscuros en la familia César y Juan podía causarles muchos problemas si quería. Por ello, Ernesto no se atrevió a actuar precipitadamente. La razón era que aún no se había deshecho de Julio.
Con Juan de por medio, estaría luchando en dos frentes.
Incluso como cabeza de fam