El respeto del personal por Sofía no hizo más que aumentar al oír aquello. Sofía tenía un trasfondo poderoso, y hacía falta ser una persona desinteresada para no preocuparse por todo ello.
Después de cenar, fueron con Sofía a un karaoke a cantar rancheras y norteñas. Ya era tarde cuando llegó a la hacienda López.
Juliana la vio en el umbral de la puerta y se arrimó a su madre, murmurando:
—Me pregunto qué asuntos turbios ya habrá tramado, volviendo a casa tan tarde.
—Eres joven, Sofía, así que entendemos que quieras divertirte a deshoras. Pero debes tener cuidado. La gente ya sabe que eres la hija de Bruno—advirtió Paloma, aparentemente amable.
Sofía también vio a Bruno sentado junto a la madre y la hija.
—Se habrá quedado despierto para esperarme—pensó Sofía.
—Cené con unos amigos en el trabajo, papá. Me pilló el tráfico. No hacía falta que te desvelaras para esperarme. A partir de ahora, puedo arreglármelas sola—explicó.
—Así que comida—asintió Bruno—¿Has hecho amigos en tu p