El tono de Jaime reflejaba una absurda confianza, convencido de que María quería quedarse por voluntad propia y que su marcha se debía únicamente a la intromisión de Sofía. Pero Sofía no pensaba lo mismo.
—María, ¿aún después de todo quieres quedarte con él? —preguntó.
María miró a Sofía, luego a Jaime y suspiró:
—No.
Sofía sonrió triunfante mientras Jaime montaba en cólera.
—¡Mejor Piénsatelo dos veces antes de responder a esa pregunta, María Rodríguez! ¿Por qué no iba a querer quedarse? ¿No lo han pasado tan bien juntos? Él pensaba que ella había renunciado por completo a dejarle.
—Tengo mis propias razones, Jaime. Ya no quiero estar más a tu lado, Jaime. Soy una persona, no un objeto para que me manipules. Yo se misma lo que quiero y no quiero en la vida.
Por mucho que le gustara Jaime, no iba a quedarse con él, no cuando la trataba de esa manera. Las manos de Jaime se cerraron en puños.
—Muy bien... ¡que así sea entonces a lo maldita sea!
—¿Bien qué? María no quiere quedar