Xenia se asustó por la expresión de enfado de Julio y dijo:
—Si no hay nada más, yo iré primero. Adiós.
Se marchó a toda prisa, temiendo que Julio pudiera hacerle daño si caminaba despacio.
Aunque no estaba segura de lo que había ocurrido, Xenia intuyó que había dicho algo malo y se marchó rápidamente.
Julio se quedó parado con dolor de cabeza.
Sin tiempo para pensar, condujo hasta Orihuela. Quería explicarle a Sofía antes de que las noticias de su ruptura se hicieran públicas mañana.
Al llegar a la puerta de Sofía a medianoche, Julio llamó a la puerta, pensando que explicándoselo claramente evitaría que los malentendidos fueran a más. Sofía ya estaba dormida y no le gustó que Julio la despertara. Cuando ella abrió la puerta, Julio empezó a decir:
—Sofía...
—Sr. César, ¿puede comprobar la hora? ¿Ha pensado que puede estar molestando a alguien?—Pensó que Julio estaba siendo extremadamente egoísta por no tener en cuenta sus sentimientos.
Julio notó sus ojos soñolientos y se disc