Jaime intentó desesperadamente que Julio dejara de beber.
Al abrir la puerta de la habitación privada, Alejandro se quedó un poco estupefacto al ver la escena que tenía delante.
—Señor César, ¿estás bien? —preguntó Alejandro.
Ambos se volvieron para mirarle.
—¿Por qué me preguntas? —respondió Julio.
—La señorita López me llamó y me dijo que habías tenido un desencuentro con ella. Estaba preocupada por ti —dijo Alejandro.
Julio se mofó de sus palabras y finalmente dejó de intentar arrebatarle la copa de vino a Jaime.
—¿Preocupada por mí? ¿Cree que voy a morir por su culpa o algo así?
Alejandro se sintió incómodo mientras pensaba: “¿No es eso lo que estás haciendo ahora?”
Jaime intuyó que algo no iba bien y preguntó a Alejandro:
—¿Qué pasa?
Alejandro puso cara de desconcierto y negó con la cabeza.
—Yo tampoco lo sé. La señorita López me llamó de repente.
Jaime reflexionó sobre lo que estaba pasando y siguió preguntando:
—¿Ha pasado algo?Jaime le preguntó a Alejandro acerca de lo que ha