Me removí en la cama sintiendo el cuerpo de Hummer tras de mí y no pude evitar sonreír al recordar la fascinante noche que tuvimos.
Me levanté de la cama y decidí darme un baño, colocarme ropa de él y en cuanto estaba por ir a la cocina mis ojos dieron a una puerta de con un pequeño gimnasio y no pude evitar entrar. Observé la enorme pera frente a mí así que supe que tenía que dar unos golpes.
Me estiré recordando los movimientos que tenía que hacer. Coloqué en mis manos las vendas blancas junto a los guantes de boxeo. Solté una patada e inmediatamente la pera se movió en su lugar, di un derechazo y esta se removió. Solté golpe tras golpe la pera no dejaba de columpiarse en su lugar.
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