Regresé a la manada después de cuatro años.
El aire invernal traía consigo el olor del cambio… y de la venganza.
Al bajar del auto, vi el rostro de Carla dominando la pancarta del Instituto Real de Sanación: piel impecable, sonrisa inocente perfectamente ensayada. Seguía interpretando el papel de la sanadora humilde y prodigiosa.
Mientras yo había estado construyendo poco a poco la Manada Sombra, adquiriendo territorios y reuniendo a lobos poderosos, Miguel tampoco había permanecido inactivo.
Después de que Carla fracasara en el ingreso a la Academia, él movió influencias, cobró favores probablemente hasta amenazó a algunos lobos clave. Hizo todo lo necesario para que su flor preciosa fuera aceptada.
Ahora, ella era una Sanadora Real, atendiendo a miembros influyentes de la manada y tejiendo conexiones estratégicas.
Hay cosas que, simplemente, nunca cambiaban.
Sonreí con frialdad, observando cómo los copos de nieve se derretían sobre mi abrigo mientras me dirigía a la reunión del Comit