✧✧✧ Esa noche. En la mansión del señor Andreotti. ✧✧✧ Giovanni cerró la puerta tras de sí con un leve sonido. La luz tenue de las lámparas iluminaba suavemente el espacio en la habitación matrimonial, proyectando sombras en las paredes. Su mirada gris clara se posó en Kathia, que lo esperaba en un sillón individual de la sala anexa, y su corazón se sintió un poco más ligero al ver a su amada. Kathia, con su bata roja de seda que caía delicadamente sobre su figura, emanaba una sensualidad innata. El encaje negro que adornaba la bata realzaba su belleza, y a pesar de su ligero embarazo, su esencia seguía siendo cautivadora. Sus ojos avellana brillaban con amor y preocupación, y Giovanni no pudo evitar detenerse un momento para apreciarla. Sin embargo, la preocupación lo invadió. ¿Seguiría molesta su mujer? La cena había sido tensa tras la pequeña discusión que tuvieron. Pero esa hermosa profesora, lo sorprendió. —Te hice un trago —dijo Kathia, su voz suave. Se levantó y se
Kathia se levantó de la cama, las luces doradas de las lámparas bañando la habitación. A su lado, Giovanni yacía profundamente dormido, su respiración tranquila contrastaba con la tormenta de emociones en el pecho de la bella profesora. La culpa la envolvía. Había tomado la decisión de darle esa medicina, de hacer que se durmiera, pero ahora, al verlo así, su corazón se llenaba de dudas. Se levantó lentamente, sintiendo el frío del suelo contra sus pies. Se vistió rápidamente con una camiseta y unos pantalones cómodos, su mente girando en torno a lo que debía hacer a continuación. Sabía que su marido tenía las llaves de su oficina en el maletín que siempre dejaba en el anexo de la habitación, y esa noche, la curiosidad y la preocupación la empujaban a buscar respuestas en esa oficina. —No puedo dejar que esto continúe mi amor… es por ti que lo hice… —susurró para su amado, mientras se dirigía hacia la puerta de la habitación. Caminó con cautela, evitando cualquier ruido q
✧✧✧ Al día siguiente. En Los Ángeles, Estados Unidos. ✧✧✧ En un apartamento del centro, la atmósfera era tensa. Stéfano, se movía de un lado a otro con impaciencia. Su expresión mostraba frustración, cada vez más evidente a medida que pasaban los minutos. —Maldita sea, Giovanni —murmuró, apretando los puños—. ¿Dónde estás? ¿Qué putas haces que no puedes atender una m@ldita llamada? Se detuvo por un momento, mirando su teléfono móvil, una gran cantidad de llamadas sin respuesta. Él no contestaba. Sabía que Giovanni no era de los que fallaban, pero ahora era diferente. Tenía que enfrentar todo solo, y eso lo ponía de mal humor. La situación era delicada, y no podía permitirse ningún error. En la habitación contigua, Marina estaba encerrada. Había intentado abrir la puerta, pero Stéfano había sido claro en su decisión: su seguridad era lo primero, y él no podía arriesgarse. Sin embargo, Marina no se quedaría quieta. ¡PUM! ¡PUM! ¡PUM! ¡Golpeaba la puerta con fuerza! —¡¡¡STÉF
✧✧✧ Esa mañana, en la mansión del señor Andreotti. ✧✧✧ El aire fresco de la mañana mecía las copas de los árboles, y los suaves rayos del sol se filtraban entre las hojas, proyectando sombras sobre una manta extendida cerca de un estanque. Las risas de un niño resonaban, llenando el espacio con alegría. Kathia, con su cabello castaño claro recogido en un moño desordenado, se encontraba sentada junto al pequeño Alessandro. Él, miraba con ojos brillantes mientras repetía con entusiasmo las oraciones en inglés que ella le había enseñado. —Repeat after me, Alessandro —dijo Kathia con una sonrisa cálida—. "The cat is on the mat." Alessandro, con su voz aguda, repitió con un énfasis que lo hacía sonar aún más adorable: —"The cat is on the mat!" (¡El gato está en la alfombra!). La profesora sintió una oleada de felicidad al escuchar su respuesta. Mientras le enseñaba, acariciaba su vientre ligeramente abultado, recordando que dentro de ella crecían dos vidas. La felicidad en
✧✧✧ Esa misma mañana, en Nápoles, italia. ✧✧✧ El cielo azul brillaba sobre un sendero natural, rodeado en sus costados por árboles frondosos que se mecían al compás del viento. Un automóvil elegante y oscuro, se detuvo frente a una casona de estilo rústico, de dos plantas, construida de piedra y con techos de tejas rojas. William Johnson, descendió del vehículo. Su cabello estaba perfectamente peinado hacia atrás, y su traje oscuro acentuaba su figura esbelta y poderosa. Mientras el conductor cerraba la puerta, William observó a su alrededor, su mirada evaluativa. Delante de la casona, un grupo de hombres de aspecto peligroso custodiaban la entrada. Sus miradas eran serias, y las armas que llevaban visibles en sus caderas hablaban de la naturaleza de los negocios que se manejaban en ese lugar. Un hombre en particular, con un aire intelectual y anteojos que le daban un toque de distinción, se acercó con una tableta digital en mano. —William Johnson, ¿verdad? —dijo Fabrizzio,
✧✧✧ Más tarde. En la mansión del señor Andreotti. ✧✧✧ El sol brillaba intensamente sobre la mansión. Giovanni caminaba hacia la salida, su mente llena de pensamientos oscuros tras la conversación acalorada con Kathia. La limusina negra que lo esperaba en la entrada era un símbolo de su inminente partida hacia Los Ángeles. Sin embargo, una sensación de vacío lo invadía, como si una parte de él se resistiera a dejar atrás a su mujer, después de lo sucedido. Giovanni se detuvo un momento, mirando el paisaje, sintiendo el viento suave que acariciaba su rostro. Pero su momento de reflexión fue interrumpido por una voz familiar. —Gio, espera. Se dio la vuelta y vio a Kathia corriendo hacia él, su rostro pálido pero decidido. Su corazón se detuvo un instante al ver a esa belleza de mujer. La indiferencia que había intentado mantener se desvaneció al instante en que ella se acercaba, pero aún había una sombra de tensión entre ellos. —¿Qué quieres, Kathia? —preguntó ese hombre, su
Giovanni la abrazó con fuerza. Kathia se fundió en su abrazo, olvidando por un momento la realidad que los rodeaba. Era un momento donde todo lo que importaba, era el amor que compartían. Finalmente, Giovanni se separó, aunque sus manos aún sostenían las de Kathia. Sus miradas se encontraron una vez más. —Debo irme —dijo Giovanni, su voz suave pero firme—. Pero prometo que volveré pronto, y cuando lo haga, todo será diferente. —No quiero que te vayas así —dijo ella, su voz llena de angustia—. No quiero que te pase nada. —Te prometo que regresaré —respondió él, acariciando su mejilla—. Siempre regresaré a ti. Eres mi hogar. Ella asintió, sintiendo un nudo en el estómago. —Te esperaré, háblame… Si no me llamas me volveré loca de ansiedad… —respondió ella con una sonrisa triste, tratando de contener las lágrimas que amenazaban con caer. Él soltó sus manos lentamente, sabiendo que debía dejarla atrás por ahora. Se dio la vuelta y caminó hacia la limusina. La puerta se abr
✧✧✧ Esa noche en la mansión del señor Andreotti. ✧✧✧ En la oficina del mayordomo, Giancarlo revisaba documentos cuando el teléfono sonó, rompiendo el silencio. Su voz, firme y autoritaria, resonó en la habitación. —Giancarlo al teléfono —respondió el hombre de edad madura. —Habla Carlos del departamento de seguridad. La señorita Valentina Bianchi solicita la entrada a la mansión. Está afuera y solicita hablar con el señor Andreotti o su señora —dijo la voz al otro lado de la línea, con un tono que dejaba entrever cierta urgencia. Giancarlo frunció el ceño, sintiendo un nudo en el estómago. Sabía que tenía instrucciones claras de no permitir el ingreso de nadie sin la presencia del señor Andreotti. Sin embargo, la mención de Kathia lo hizo dudar. —Voy a buscar a la señora Andreotti —respondió finalmente. Se dirigió hacia la habitación donde se encontraba la señora Andreotti. ……………. ✧✧✧ Mientras tanto, en la habitación de Alessandro. ✧✧✧ Kathia estaba sentada en una peque