Anabella no se fijó en eso, y enfurecida con sus ojos chispeantes del enojo, levantó su dedo índice mientras lo señalaba y le decía —¡Ni se te ocurra Sebastián Renaldo! porque no sabes de lo que soy capaz. Además no sé quien carrizo es ese Fernando Alonzo—concluyó enojada.
—No te enojes, solo estab