Capítulo Diecisiete: Una madre.

Capítulo diecisiete

Una vez que Peter se durmió, Nala salió de su habitación y encontró a Sanda con una taza de té en las manos. Ella le ofreció una y Nala no pudo negarse. Habiendo tenido el peor día de su vida hasta el momento, después de escuchar los constantes reproches de Grenor, sus acusaciones sin sentido y su forma maquiavélica de tratarla, hizo que, llegada la noche, Nala no sintiera ni pizca de miedo. Estaba más que espabilada, a la espera de que algo aún peor sucediera. Algo más grave que estar en la cuerda floja.

Grenor se lo había prometido, le había dicho que buscaría la manera de que ella no perdiera a Peter, pero del dicho al hecho, había un larguísimo trecho.

Nala

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