Capítulo Dieciocho: Un golpe

Sanda llegó de inmediato, seguido del chofer. Los gritos aterrorizados de Nala se escucharon por toda la casa. Ella se lanzó al suelo para intentar hacer presión en la herida, pero Grenor.

—Aléjate. — gruñó. —No te atrevas a tocarme.

—Lo siento, ha sido un accidente. — se excusó ella.

—No me digas ni una m****a. — Grenor se sentó en el suelo y Sanda se arrodilló a su lado.

—Pero, ¿qué ha pasado? — preguntó. — Dame un poco de papel o una toalla. — le ordenó a Nala y esta rápidamente busco algo semejante. Encontró

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