Sebastián
—¡Esto no está bien! ¡Esto no está nada bien!— gritaba mi lobo en mi cabeza mientras volvíamos a la manada a toda prisa.
—¡Hay un ataque y ahora vamos a dejar a mate sola! ¡No deberíamos abandonarla! ¡Mucho menos después de anoche...!— seguía gritando Connor.
Pero la realidad es ¿qué