El tiempo comenzó a pasar.
Los minutos no dejaban de correr en el reloj y una taza de té tomada por completo, se volvieron en tres.
La servidumbre que estaba cerca atendiendo a la sexta esposa del Rey Darién comenzaron a verla con algo de lastima.
"¡La ha dejado plantada! Pensé que le gustaba, quizá solo quiso su cuerpo y una vez lo tomo ya no la quiere"
Ese era el pensamiento de la mayoría de los presentes que atendían a Imery. Ella comenzó a sentirse muy molesta y avergonzada. Fue cuando escuchó a la servidumbre saludar en unísono.
— Bienvenido, su majestad, Rey de Esrud.
Imery se puso de pie de inmediato también reverenciando. Darién se acercaba rápidamente a ella y se detuvo justo en frente.
El sonrió.
Pero era la misma falsa sonrisa que le dedicaba durante el almuerzo después de la boda. Ella también actuó sonriendo y diciendo que le extraña en voz alta para deleite de los presentes.
Darién la abrazo.
Un suave y rápido abrazo sin mucho contacto físico. Ambos se sentaro