Samara Rogers
Extiendo mi mano para sellar el trato con este cerdo y lo veo sonreír con demasiada satisfacción, así que es obvio que no piensa honrar el trato ni nada que signifique hacerme feliz.
—Quiero ver a mis hijas.
—Déjame mandar a traerlas… una de ellas es un amor, pero la otra es una fiera —extiende su brazo y se levanta la camisa, en donde puedo ver claramente una mordida.
—Willow responde al trato que le dan, no es tonta. Y si ve que ella o su hermana están en algún tipo de peligro, no se medirá en atacar como sea.
—Ya tendré oportunidad de adiestrarla dócil y calladita —frunzo el ceño y él se ríe—. Cierto, se irán con su padre… aunque puedo sacarle más dinero si me las quedo.
Y antes de que diga nada, se marcha gritando por Agnes y por mis hijas. De pronto, las veo aparecer y mi corazón se me revuelve de pena e ira.
—¡Mami! —grita Willow, muerde a Agnes para que la suelte, lo cual consigue, pero ella la detiene tomándola del cabello otra vez. Camino hasta ella, me detengo