El enorme lobo negro cayó al suelo, agonizando, con su vientre atravesado y era engullido también por las sombras.
«Rose, huye ahora, corre… pequeña… olvídate de nosotros»
— ¡No, no más huir, no los voy a dejar!, ¡¡no los voy a dejar!!
Rose gritó como enloquecida, ida en la furia de la venganza y