Los siguientes días meses y hasta dos años fueron horribles, entre audiencias y comparecencias en la lucha por la custodia total de mi hija, cada vez que veia a Sonya se adhería a mi camisa y lloraba con rabia ya que no deseaba estar con ella.
—¡Nooo papito mioooo! No quelo con mami mamáaaaa ella mala – gritaba y pataleaba golpeando a Sonya en el trayecto y tumbando cosas, a Dio