Los gritos provenían de la madre de Adrien, quien había entrado en la habitación sin previo aviso y los miraba con furia. Esa mañana había llegado desde temprano a buscarlo, dado que en la prensa amarillista, las fotos de él con Renata no se habían hecho esperar y ya muchos diseñadores seguían cancelando contratos con la empresa.
Emely se sobresaltó y se incorporó rápidamente, sintiendo una oleada de miedo. Adrien, por su parte, se sentó en la cama con determinación, protegiendo a Emely con su presencia.
— Qué haces aquí, y por qué irrumpes mi privacidad — gritó enojado
— Venía a alertarte de lo que está pasando en la prensa y con tus inversionistas, y esta golfa embaucadora en cambio de estar ya en la oficina solucionando estos problemas, atendiendo a los empresarios está aquí metida en tu cama — gritó Lucrecia con rabia. Mirándola con desprecio, Emely se sintió culpable por meter a Adrien en tantos problemas y sobre todo por no ver que ya eran las nueve de la mañana y ninguno de l