—Tengo un nombre, señora — susurra esta obstinada de mi madre.
—No estoy jugando al escondite. Necesitaba un tiempo a solas — digo agotado.
—¿A solas? Es notorio — responde Victoria filosa viendo a Sara — Tendrías que estar con tu prometida en este momento. Y tú Sara, no eres bienvenida a esta casa,