– Hoy es el día, y no habrá absolutamente nada que me impida cumplir mi misión.
Mary, con los brazos en jarra y pecho erguido, se había detenido frente a Yadira, recién despierta y casi sin enfocar quien le estaba hablando a causa del sueño.
– ¿De qué estás hablando? – frotándose los ojos, la joven respondió desganada, deseando tomarse un café bien cargado antes de que alguien le dirigiera la palabra.
Mary, sonriendo triunfal, proclamó estirando sus brazos exageradamente:
– ¡Hoy aprenderás a nadar!
Yadira continuó caminando, haciendo oídos sordos de las palabras de su amiga. No tenía ninguna intención de aceptar y pasar todo el día chapoteando, observada por cientos de personas.
Ella quería otra cosa; pasar todo el día con Raúl. Tras haber tomado la decisión la noche anterior, ya no habría escusas para alejarse, para mostrar indiferencia. Iba a mostrarle todo su amor, y lucharía por él con tod