—¿Te pasa algo cielo? —pregunta mi padre intrigado achicando los ojos.
—Hem…, no pasa nada papi. —trato de mantener la calma para no entrar en desesperación y se den cuenta de mi nerviosismo—. En un momento regreso —camino en su dirección para arrastrarlo a un lugar un poco más privado, pero mis intentos son infructuosos cuando la voz de mi madre me detiene abruptamente.
—No seas maleducada cariño, invita a tu amigo a comer con nosotros. —dice con voz dulce—. Adelante caballero.
—No quisiera interrumpir su almuerzo, solo…
Es interrumpido por la voz de mi padre.