CAPÍTULO 49: EL DÍA DESPUÉS DE NAVIDAD
La sonrisa de Lucy ilumina la sala con una energía tan contagiosa que parece insuflar vida al aire. Cada vez que abre un regalo, su emoción estalla, llenando el lugar de risas y brincos de alegría. Pero, por más radiante que sea, no puede igualar la expresión fascinada de Katherine.
Aunque por dentro lucha entre la sorpresa y la preocupación. Cada juguete nuevo que aparece es más extravagante que el anterior, y sus manos vuelven una y otra vez a cubrirse el rostro como si quisiera ocultar su incredulidad.
—¿Cómo se te ocurre? —le susurra a Anthony en un tono entre exasperado y divertido—. Esos juguetes deben costar una fortuna. Lo sé bien, trabajé en el supermercado, ¿recuerdas?
Anthony le regala esa sonrisa despreocupada que la vuelve loca, y se encoge de hombros como si no fuera nada importante.
—¿Qué te hace pensar que los compré en un supermercado o en esas tiendas del centro comercial? —replica, con un destello travieso en sus ojos—. Son jug