Velkan
Estaba extasiado, lleno y juro por la diosa Luna que en este momento sentía que por fin había logrado lo que mi lobo Yoraco pedía a gritos. La tenía en mis brazos, la tenía para mí y solo para mí. Me sentía dichoso de tener a Ayla, mi luna, en mi regazo besándome y llenándonos del amor que nos costó tanto admitir.
Por lo menos a mí...
—Ayla —gruñía en su boca, nuestra respiración era agitada, nuestras lenguas se convertían en una, nuestras bocas, mi lobo interior estaba en la gloria y moría por salir y besar su marca, quería hacerla suya y reclamarla por todo su cuerpo.
Mis instintos animales, mis instintos d