Parte 4...
— Ella sabía que estaba contigo.
— ¿Cómo? - él se rió.
— No sé - torció la boca — Mi tía es medio bruja. Varias veces me agarró in fraganti cuando salía de casa escondida.
— Eras un diablo, Natalia, no te quedabas quieta. Recuerdo tus escapadas.
— Paré después de un tiempo. Se volvieron caras.
— ¿Cómo así?
— Mi tía empezó a cobrar por cada una. Cada vez que me atrapaba, tenía que hacer algún servicio a cambio como castigo - hizo una mueca — Después de un tiempo, me rendí - se rió a carcajadas — Doña Celia es fuego.
— Y tú también - acarició su pierna.
— Julio, ¿te divertías molestándome a propósito o era solo por accidente?
— Al principio fue por accidente. Como aquella vez que sin querer pisé la cabeza de tu muñeca que estaba en la entrada - se rió y la apretó — Después fue a propósito. Me divertía.
— Eso es bullying, ¿sabías?
— No lo era. Nunca te hice daño.
— Pero me molestabas.
— Ah, eso es normal. No seas tan delicada.
— Oye - se volvió — No soy delicada.
— Claro...
—