Por Benicio
Llegué a mi casa y Eve no estaba.
Me estoy desesperando yo también, ella no suele tardar tanto y no la quiero llamar por si está manejando.
Trato de tranquilizarme y me fijo que dejó la señora que va a casa a limpiar y a cocinar.
Veo una fuente que es para terminar de cocinar en el horno, pongo el fuego al mínimo, no sé cuánto va a tardar Eve y no quiero quemar la comida.
A esta altura, muchas veces pienso que tendríamos que tener una mucama con cama adentro, pero me encanta hacer el amor con mi esposa en cada rincón del departamento y eso no sería posible si hay personal de servicio en nuestra casa.
Estoy impaciente por ver entrar a Eve, porque pasan los minutos y ella no llega.
Saco de mi portafolios los documentos que Patricia quería que yo firmara sin revisarlos.
Los ordeno, porque me los dio en forma aleatoria.
¿Me quería confundir?
Comienzo a leer y hay columnas y declaraciones juradas que no tienen nada que ver con nada real.
Sigo leyendo, pero vuelvo al principio,