Narra el Dios griego.
Me encontraba en mi casa, ya era miércoles y no se sabía nada de Andrea, de mi hada. La angustia me estaba comiendo por dentro, a ella no puede haberle pasado nada malo.
Hoy llame a su familia para preguntar por ella, y ellos tampoco saben nada, y en estos momentos están viajando hacia acá, no sé si hice bien, pero la angustia y el desespero ya pueden conmigo...
Mi celular suena y salgo corriendo hasta el, tal vez sean buenas noticias, tal vez ya la encontraron... mi corazón se acelera al ver que es ella quien me llama.
- ¡hada! ¿Dónde estás? Es lo primero que digo apenas contesto…. Creo que me olvide de respirar, mis manos tiemblan. ¡Por Dios! ¿Dónde está? Contesta mi pregunta de una jodída vez… pienso
--ayu…dame… ayúdame. - es lo que dice en voz baja y tan ronca que no parece fuese su voz-