24. La Invitación
Después de salir del restaurante, luego del desayuno, tuvimos a una Lindsay emocionada detrás de nosotros.
—¡Querida Isabel! —exclamó mientras corría tras nosotros—. Quería darte esto. —me entregó un sobre, y al voltearlo vi sus nombres impresos.
—No falten, será una noche espectacular. —era una invitación a su boda. Me reí y le agradecí por el gesto. Subí al auto y miré a Alessandro con casi odio.
—Arreglas esto. No pienso… —no terminé de hablar cuando él intervino.
—Iremos. No podemos faltar, necesitamos tomar ideas para nuestra boda. —me guiñó el ojo y arrancó el auto.
—¿No entiendes en lo que nos estamos metiendo? —dije con recelo.
—Quizás no, pero estoy seguro de que te quiero a ti en mi vida. —arrancó el auto y me quedé pensando todo el trayecto hasta que noté que estábamos llegando al hotel.
—¡Déjame a una calle del hotel! No quiero que los empleados vean que… —él tenía una expresión seria. Se detuvo a una distancia moderada, y me bajé, continuando a pie. Sabía que no le