Mundo ficciónIniciar sesiónNarrador Omnisciente
Para todos en la ciudad es un lunes no deseado. Él tráfico pésimo por ser el primer día de la semana, por ser un día de trabajo y por ser el primer día de clases. El ruido de las calles es estresante, los gritos de los infantes por no ir a clases es desesperante, el sol está a quema huesos.
Los lunes deberían desaparecer.
Damián con 20 años cursa el último año escolar de la secundaria y todo por ser muy problemático, loco y un misterioso chico.
Camila con 18 también está en su último año, con mucho esfuerzo estudia, pues tiene que trabajar y tratar de buscar el dinero para alimentarse todos los días.
Es bastante torpe, insegura y tierna a la vez.
Ya es hora de ella irse a clase, o bueno; aún falta una hora pero como debe ir caminando para llegar a tiempo, sale más temprano.
Damián apenas se ha levantado, se dió una ducha, desayunó y salió para ayudar a su tía abrir la cafetería antes de ir a la escuela.
La escuela a la que asistirán es asistida por jóvenes de todo tipo, desde ricos hasta pobres, hay buen ambiente, buenas actividades recreativas, buena educación y lo que no puede faltar, chicas queriendo ser superiores y chicos "playboy" con más bíceps que inteligencia.
Damian muy inteligente, pero odia ir a clases, pero su jefe le obliga hacerlo y le paga por ello. Sus padres están feliz porque hay alguien que lo pone a sentar cabeza aunque si por el fuera, estuviese metido todo el tiempo en peleas, carreras y otras cosas ilícitas.
Minutos después..
Damián va saliendo de la cafetería a toda prisa, para no llegar tarde, saca su teléfono por una llamada de su mejor amigo, pero cuando va a contestar alguien tropieza con él haciendo que su celular caiga al piso destrozándose.
Sus músculos se tensan, las ganas de golpear a alguien o decirle cosas estúpidas para hacerlo sentir mal se activan. Se voltea con todas las ganas a flor de piel.
-Perdón -dice Camila -Oh mierda, te he tumbado el celular -dice sorprendida y se agacha para tomarlo, lo toma en sus manos -Joder, lo he destrozado -se tapa la boca -es un iPhone y yo apenas tengo para comer a veces -se da en la frente y mira al chico que es mucho más grande que ella, está enojado.
Él la mira a los ojos y ve el miedo que en ellos tiene.
-Yo... Perdón... Veré qué hago, este, mmm fue sin querer, anota mi número para que me llames y me digas que cuesta -mira su mano y ve él celular destrozado -Oh si, No funciona, te voy anotar mi número -se agacha, pone la mochila en el suelo y saca un papel y un lápiz pequeño. Anota el número y se lo extiende con el celular, aún Damián no ha dicho nada.
Ella siente su cuerpo temblar, no sabe cuál será el veredicto. Damián toma el pedazo de papel y el celular.
Odia ser torpe, prefiere ser ciega, así si rompe algo sería perdonada por no tener la vista.
-No tengo dinero, pero tal vez puedo hacer algo por ti. Tus tareas, limpiar tu casa, cuidar tus hijos, no se, tu me llamas, debo irme, si llego tarde a clases la maestra me pondrá a lavar baños y no puedo quedarme hasta tarde, debo buscar algún empleo -dice todo sin tomar pausa. Se aleja caminando de prisa y choca con una señora haciendo que ésta casi se caiga.
Damián la mira con un sonrisa hasta que la pierde de vista, luego aterriza y ve su celular hecho mierda y un pedazo de papel, tira el papel al suelo y sube a su moto, pero se baja, recoge el papel y lo mete en su bolsillo.
-Por algo Dios puso a esa torpe en mi camino -dice y enciende la moto.







