Me pongo el cinturón de seguridad y revisó de reojo que el renacuajo lo tenga puesto. Cuando lo confirmo saco mi celular y pongo el GPS en dirección al muelle de Santa Monica, mi mamá me llevo ahí una vez cuando era pequeña y recuerdo haberlo pasado bomba.
Cuando la voz de una mujer me da indicaciones de cómo llegar meto la llave en el contacto y la giro para después acelerar y comenzar con esta aventura.
Dejo atrás al motero que besa como los dioses, a mi padre traicionero, a mi hermanastro idiota, y acuna de las pocas personas en las que podría confiar en este lugar.
Me hago casi hora y media en llegar.
El trayecto estuvo lleno de preguntas por parte del rubiales y respuestas simples de parte mía. Fui conociendo a mi hermano poco a poco y debo decir que me sorprendí gratamente al ver que no se parecía en nada a Bruno o Hades. Él chiquillo era increíblemente inteligente para su corta edad, (que ahora recordaba y era diez años exactos), amaba a los an