Alicia.
Lloraba en silencio, limpiando mis lágrimas cada vez que las sentía caer de mis ojos, incapaz de comprender por qué dolía tanto, pues había sido yo la que había decidido no continuar con aquello después de escucharle admitir que estaba enamorado de mí. Seguramente serían las hormonas, estaba a punto de ponerme con la regla, y era algo normal estar algo sensible en aquellos momentos.
El timbre de la puerta sonó, en aquella noche, donde me encontraba sola en casa, pues como de costumbre, mi madre había salido a cenar con Óscar.
Le abracé con fuerza, y dejé escapar mi dolor, si ni siquiera preguntar qué hacía allí, sin ni siquiera