Giulia se había quedado completamente lívida con la imponente presencia de Ares en el tocador.
— ¿Qué crees que estás haciendo, Ares? ¡Alguien podría malinterpretar esto y…!
— No es lo que parece — Ares la interrumpió dando un paso hacia ella.
Giulia lo miró sin comprender.
— ¿Qué?
— Lo que viste en mi oficina, no es lo que parece. Puedo ser un imbécil, pero detesto la deshonestidad y estaría siendo un doble moral si estuviese mintiéndose. No hay nada entre esa mujer y yo.
Giulia pasó un trago, y sin saber por qué, sintió alivio.
— No tienes por qué darme explicaciones. No te las estoy pidiendo.
— Lo sé, pero… necesitaba dártelas.
— ¿Por qué, Ares? ¿Por qué tendrías la necesidad de darme explicaciones? Tú y yo…
— No, no lo harás otra vez. No vas a ignorar lo que pasó en ese viaje. No estoy dispuesto — y se acercó peligrosamente a ella.
Giulia retrocedió con el corazón de pronto acelerado.
— Ares, por favor… — le rogó, y es que si se acercaba un centímetro más, la descolocaría de forma