Ella asiente pensativa, mirándome desde debajo de sus largas pestañas oscuras. "¿Cómo la convenciste de que abandonara la historia?".
"No fue difícil”, respondo mientras observo mis dedos recorriendo su brazo y a la vez dejando un rastro de piel de gallina a su paso. "Simplemente me aseguré de que se diera cuenta de lo estúpido que era amenazar a un hombre tan poderoso como yo. Su imaginación hizo el resto, pero aun así me habría gustado matarla".
Ella responde con firmeza: "Pues me alegro de