Café

Capítulo

4

— nos vemos — Noah se despide.

Habían pasado casi dos horas firmando las camisetas aunque la mitad del tiempo se la pasaron tomando fotos con algunas personas que entraban al lugar y la otra parte fue intentando convencer a Lowen que nos dijera si su cabello era teñido o no.

Lark había estado todo el rato hablando con Sarah y se unieron de último cuando llego su turno para firmar las camisetas.

— ¿crees qué pagaran ciento cincuenta por las camisetas?

— ¿dólares o euros?

— dólares, no creo que sean tan especiales para pedir euros — guarda las camisetas en una caja

— creo que si pagarían eso, ¿cómo te fue con Lark? — observó a Sarah

— tengo su numero — dice emocionada

— vamos a tomar un café la otra semana.

— nuestra amiga sale con un guitarrista famoso — Maggie hace una bulla

— solo es un café — rueda los ojos

— creí que estarías más emocionada.

Discretamente observa a su alrededor y se acerca a nosotras.

— ¡estoy muy emocionada! — nos grita al oigo — ¿saben cuántas morirían por esto?

— supongo que miles por el tono en el que lo dices — Maggie se muestra algo irritada al decirlo

— ¡miles! — vuelve a chillar

Después de una larga charla de Sarah contándonos cada detalle de su extensa conversación con Lark, llegó la hora de cerrar el restaurante, solamente yo quedaba. Maggie se había ido al igual que Sarah hace un par de minutos.

— esta cerrado.

— lo siento, creo que deje mi billetera en la mesa — entra el castaño

— estoy segura que no, acabo de limpiar las mesas.

— tal vez no limpiaste bien — se encoje de hombros

— bien, busca la billetera, de pasó limpia ya que crees que no lo hago

bien — la lanzó el trapo con el que estaba limpiando

— ¿me estás poniendo a hacer tu trabajo?

— al parecer tu eres un experto haciéndolo, cierra la puerta cuando salgas por favor — me encojo de hombros

Me dirijo a la cocina para tomar mi mochila y ver el celular un momento hasta que el irritante sonido de la campanilla del mostrador suena.

— ¿si?

— la encontré — esboza una sonrisa

Estaba segura de haber limpiado bien cada espacio del lugar y era casi imposible que estuviera ahí, pero no tenía tiempo para discutir o armar teorías en mi cabeza.

— bien, ¿puedes irte ya?, quiero ir a casa.

— feliz noche — se da la vuelta y se dirige a la puerta — tengo mi guitarra en el auto, ¿te gustaría enseñarme qué tan bien tocas?

Pero que casualidad.

— ¿me dejarás ir después de eso?

— te lo aseguró — asiente con la cabeza

— ve por la guitarra, tienes cinco minutos.

Esboza una sonrisa y sale del lugar, dejó mis cosas sobre el mostrador y me siento en espera de él.

— listo — me entrega la guitarra

— me gusta más la blanca.

— a mi también pero ahora te pertenece.

— no tocó hace mucho, tal vez esto no vaya a ser lo que esperabas — sostengo la guitarra

— solo quiero escuchar.

Pienso un momento en que canción tocar y recuerdo con exactitud la primera canción que me enseñó mi padre, paradise city.

Intento recordar los acordes y me dejó llevar mientras cantó en mi cabeza. Como si el tiempo no hubiera pasado, seguía siendo igual de buena y el sentimiento al tocar era el mismo, se podía resumir en una palabra.

Libertad.

— eres increíble sash.

— que mi nombre es Jane — reniego y le devuelvo la guitarra

— desde esta noche para mi eres sash, es como slash pero ese nombre ya está en uso.

— gracias.

— gracias a ti, nos vemos.

Cierro finalmente el lugar y camino hasta casa, había recibido un mensaje de Alex diciendo que no estaría así que no me preocupa encontrarlo en el apartamento.

— hogar dulce hogar..

Lanzó mis cosas al sofá y me pido pizza, no tenía ánimos de seguir cocinando el día de hoy.

— ¿hola? — respondo al escuchar el timbre de mi celular

— ¡al fin respondes, estoy entrando en una crisis! — chilla Sarah del otro lado del teléfono

— ¿qué sucede?

— ¡vamos a tomar un café

mañana y yo no se que ponerme!

— ven aquí, trae tu ropa o te presto algo y Alex no esta así que no te preocupes.

— llego en diez.

Sarah corta la llamada y yo vuelvo a sentarme en lo que llega.

— fueron quince minutos — abro la puerta

— pasé por café — me lo da y entra con una mochila en la mano

Habían pasado unas cuantas horas, logré dormir unos minutos en el sofá mientras Sarah renegaba sobre como le quedaban las cosas hasta que yo decidí elegir su atuendo.

No dejó de repasar por mi mente aquella melodía que logré tocar, Sarah ya se había ido hace unas horas ssi que me dispongo a buscar la caja en lo más profundo de mi armario y aún seguían intactos todos mis discos, había renunciado por completo a la música, tanto que había olvidado como se sentía.

Reproduzco unos de las más importantes como Def Leppard, Nirvana, The Beatles etc, no logré dormir en toda la noche gracias a que prestaba atención a cada una de sus melodías.

Creo que me estoy volviendo loca.

Tomó un suéter y salgo de mi casa sin importar la hora.

— ¿estas conciente qué son las cuatro de la mañana? — sarah tiene en un nudo su cabello y un bata rosa de gatitos la cubre

— solo quiero la guitarra, no me la voy a llevar pero quiero tocarla. Por favor, camine hasta aquí solo por eso.

— está en la sala y mueve la planta para tomar tu amplificador — me deja entrar al lugar mientras ella camina hacia la habitación

— no puedo creer que aún tienes mi amplificador — lo observo detenidamente y quitó una pequeña planta que está sobre el.

— solo puede conservar el pequeño, no logré convencerte de no vender los demás. Yo sabía que regresarías.

— no regresó, solo quiero intentarlo como un pasatiempo.

— pero con poco volumen o mis vecinos me matarán.

Se encierra en la habitación y yo conectó todo, me dedico a observar la guitarra e intentar recordar todas las canciones que me sabía aunque the Cure fue mi mayor inspiración en esta mañana.

No me importaba perder valiosas horas de sueño con tal de sentirme viva y libre por primera vez en años, es abrumadora la manera como todo se derrumba sin darte cuenta, pierdes todo y te quedas pensando entre lamentos, algún día cambiaré esto, algún día todo cambiará pero nunca estás listo para afrontar ese día.

— puedes decirme que no vas a volver pero aún tienes el toqué — Sarah se lanza al sofá

— cualquier persona puede tocar un instrumento si tiene unas cuantas clases.

— ¿recuerdas qué ese mismo verano tu padre quiso enseñarme a mi también? Cualquiera puede tocar una guitarra Jane, la diferencia es quien lo hace realmente bien, naciste con un don el cual desperdicias.

— debo ir a dormir — dejó la guitarra en su lugar.

— Jane, son las seis de la mañana, duerme en la habitación de invitados o no podrás descansar.

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