LillieSigo atrapada en ese brazo fuerte, pegada a él. Nuestros cuerpos se encuentran de lado hacia la sala, donde se encuentran mi madre y mi hermana. Mi mirada va de él hacia ellas; las noto con una expresión de confusión y asombro. El Diablo sigue sin soltarme. Regreso mi mirada a él para informarle con mis ojos que me suelte. Sin dejar de verme me suelta despacio y sin poner distancia se queda en la misma posición. Su rostro se gira hacia mi familia y vuelve a sonreír con una fingida alegría.«¿Qué se trae entre manos?».—Muy buen día. —Se acerca a mi madre—. Es un placer por fin conocerla. —Toma su mano y le deposita un beso con caballerosidad—. Dante Mancini —completa su presentación con una sonrisa exuberante—. Estas son para usted. —Le entrega el hermoso ramo de orquídeas.«Por un momento creí que eran para mí».Me limito solo a entornar los ojos por su actuación.—Un placer. —Mi madre sale de su asombro para responder también con una sonrisa amable—. Elena Watson. Son bellísim
Mi hermana ya está haciéndose ideas tontas en su cabeza, y lo peor de todo es que se las dice a la niña para que también las diga. Tendré que hablar con ella más tarde de esto.El imbécil suelta una risa sin que se escuche mucho. Lo fulmino con la mirada. Que ni se haga ideas por las palabras de una pequeña de seis años.—Claro, él también vendrá a comer con nosotras —contesta mi madre y se pone de pie.La ayudo para dirigirnos al comedor. Hago a un lado mi molestia por la invitación que le hizo mi familia. Mi mal humor tardará más en esfumarse. Llegamos y tomamos asiento. Él nos sigue. Después se coloca a mi lado, ya que mi hermana le dio ese sitio. Le lanzo una mirada con dagas, que ella ignora. ¿Qué le pasa? Ya solo les falta que me casen con él. No, no, ni loca. Primero muerta que tener que ver con este cretino.La comida se va en charlas entre mi madre y Alex, también entre preguntas que le hacen al Diablo. “Por tu acento, ¿de dónde eres?”, “¿A qué te dedicas?”, “¿Tienes familia?”
DanteSigo en Nueva York, pero tengo que regresar a Italia lo más pronto posible. Tengo que resolver unos asuntos.Ya pasó un día desde que me marché de la casa de Esmeralda. La dejé más furiosa que de costumbre. Cada vez que la tengo cerca la deseo más y más. Me desespera no poder hacerla mía. Como no la puedo tomar a la fuerza, me resisto. Aún no sé de dónde sale tanta fuerza de voluntad. Si sigue negándose, tendré que actuar por instinto, ya que no sé cuánto tiempo más podré controlarme.Ahora estoy en mi empresa, justo en mi oficina . Edgardo se retira y se dirige a la suya. Tengo asuntos pendientes que conversar con su hijo, información importante que tiene que entregarme, y él no está al tanto de ello. Tampoco quiero que lo sepa. Sé que ya tiene información de Lionel Bachman. Hasta que no resuelva ese problema, no podré concentrarme en nada más.—Pasa —digo cuando golpean la puerta. Intuyo que es Iván—. ¿Qué encontraste? —le cuestiono en cuanto entra al despacho. Me encuentro sen
No dejo de pensar en ella, siempre está presente en mi mente, más cuando me encuentro en una situación de peligro. Cada mañana, al despertar, es lo primero que recuerdo; sus bellos ojos esmeralda. Tal vez sí me afecta el deseo que le tengo. Como dijo mi amigo, quizás es necesario terminar con ello de una vez por todas y así salir de esos abrumados pensamientos.A pesar de que tengo su número de teléfono, desde que el abogado me dio la información nunca la llamé ni le escribí, y no tengo pensado hacerlo. Sé que con eso también la puedo poner en riesgo, pues los teléfonos pueden estar intervenidos. Iván y Franco se encargan de revisarlos siempre, pero aun así no me fío. Cuando llamo para notificar o pedir información de algo, hablo en clave. Siempre soy precavido.—Estado. —Es una manera de preguntar para saber información de ella.—Todo en orden. La gatita sigue en casa. —Es una forma en clave de llamarla, pero para mí es como una felina, una gatita.—Perfecto. En unos minutos más recib
LillieMe dejó desconcertada con toda su falsa actuación. Mi familia se creyó toda la amabilidad que les demostró. Además, alucinan con él. Por ese lado, las comprendo. Puedo decir que en alguna otra ocasión también pasó conmigo, pero no tengo que dejar que eso vuelva a ocurrir. No puedo darle gusto en lo que él quiera. Si lo hago, creerá que tiene todas las de ganar conmigo y pensará que ya me tendrá comiendo de su mano. Tengo que pensar con inteligencia y astucia. Necesito hacerlo, ya que todo esto me confunde. No puedo creer que en tan poco tiempo que tiene de haberse ido ya lo comienzo a extrañar. Es algo estúpido y sinsentido, pero algo en mí cambia.Tengo dolor de cabeza por no haber dormido muy bien. Mi mente no dejó de pensar en él, así que no logré conciliar el sueño. Mi hermana me dio algo para el dolor. Me encuentro con ella en la cocina preparando el desayuno. Hoy es domingo, por lo que no trabaja, de modo que le toca cocinar.—¿Todo bien? —le pregunto cuando la noto distra
Lloro sin parar en mi habitación. Me encerré para que mi madre y mi hermana no se enteraran de nada. Tengo que hacerlo por ellas, que dieron todo por mí. No puedo dejarlas solas cuando más me necesitan. No tenía muchas opciones. También debía ese dinero, y por esa razón él me acorraló en el baño del hospital. Si le doy lo que tanto me ha pedido desde que lo conocí, tal vez después me deje en paz y se marche para siempre de nuestras vidas. Solo será una noche, solo una noche.¿En realidad quiero eso? ¿Quiero que se vaya? Ya no sé qué es lo que quiere y qué no.Me duermo por un instante, pero tengo sueños extraños. Es una casa enorme y parece ser de las afueras. De repente, un hombre de cabello oscuro, piel bronceada, tatuado, aparece. No veo su rostro. Me recuesta en un escritorio y me agarra de las piernas. Yo solo sollozo. Él desabrocha su pantalón y lo baja para tomarme a la fuerza, sin contemplaciones ni nada, mientras grito con desesperación. Lloro de nuevo cuando me despierto. Sud
DantePor fin será mía. Al fin. Solo no entiendo por qué no estoy emocionado como pensé que lo estaría. El propósito siempre fue ese, hacerla mía, tenerla por una noche, satisfacer mis instintos más salvajes, poseer ese exuberante cuerpo y hacerla gritar mientras la follo duro. Pero ¿qué me ha hecho cambiar?Estoy molesto, pero más que nada conmigo, ya que empiezo a sentir algo por esa chiquilla. Ese no soy yo. Quiero hacer eso, tomarla y hacerla mía a la fuerza, pero muy en el fondo algo me dice que no lo haga.Estos días llegué a pensar en qué se sentiría tener a alguien a tu lado, una relación, algo estable, una novia o quizás a una esposa, una mujer a la que consentir, y compartir cosas con ella en vez de tener sexo, hacerle el amor, dormir abrazados y tal vez formar una familia.¿Y por qué no? Será porque soy un maldito asesino, un mafioso que está lleno de enemigos y que podrá correr con el mismo destino que el de sus padres. En vez de que me hagan daño a mí, se lo harán a ellos.
Ella está muy furiosa, y parece que saca chispas de sus ojos. En cambio, yo no dejo de sonreír.—¡Imbécil! —sisea entre dientes.Sonrío aún más.—Me encanta cuando te pones así. —Llevo mis manos a los bolsillos del pantalón y me inclino un poco hacía ella, que aún se encuentra frente a mí—. Eso hace que mi falo se prenda más. —Con una media sonrisa, le guiño un ojo.Se queda boquiabierta. Cuando procesa todo lo que dije, bufa y se gira por completo, alejándose. Me carcajeo por su reacción.—¡Largo! —Se gira para verme—. ¡No eres bienvenido aquí!—Tu familia no pensó lo mismo hace unos días.—Cínico, sinvergüenza, engreído. ¡Te odio! —Lanza sus puños a mi pecho, que golpea, mientras me insulta con todos esos apodos que me ha puesto.Mi sonrisa se borra al momento que la veo a punto de llorar. ¿Es por su mamá que llora? ¿O yo lo provoqué? Soy un maldito imbécil, merezco que me odie de por vida. Agarro sus muñecas y la atraigo a mis brazos para abrazarla. Ella comienza a sollozar. Acarici