- ¡Maldito perro! ¡Mi hermana no le pertenece a tu miserable familia, morirás aquí! - gritaba el apuesto ojiceleste.
- ¡BASTA! - grito Madison haciendo que todos la miraran fijamente.
- ¡No le pertenezco a ninguno de ustedes malditos machos egocentristas! - Madison estaba furiosa, totalmente harta de la perorata sobre a quién le pertenecía, estaba harta de que la vieran como un objeto y no permitiría que nadie la tratara de esa manera.
- ¡Me largo! ¡Mátense si quieren! ¡A que esperan! ¡Mátense de una maldita vez y déjenme a mí y a mi hermano en paz! ¡No se atrevan a rebajarme como si fuera un maldito objeto de maldita colección! ¿¡Creen que me asustan con sus amenazas o sus reclamos a mi persona!? ¡No me crean tan débil para obedecer sus voluntades sin pelear! ¿Creen que no sé qué p