75. VALERIA
Viviana a pesar que ha estado arreglando su boda con Trinidad no se le han escapado los suspiros y lágrimas de la señora Andina que hace todo lo posible por esconderlo. Aprovechó que estaban solas en la consulta del cardiólogo y tomó la mano de su madre con ternura y dijo:

— Gracias, mamá. No te preocupes, lo entiendo. Ahora lo más importante es que te recuperes. Te amo mucho, y Andrés también te quiere mucho, como a una segunda madre. — La señora Andina asintió con una sonrisa más reconfortante en su rostro.

— Me alegra escuchar eso, y te amo mucho a ti también. Eres una hija maravillosa. Solo quiero que cuides bien de ti misma y que, cuando todo esto pase, sigas adelante con tu vida y tus sueños.

— Lo haré mamá no te preocupes, Andrés y yo nos amamos de veras. Todavía me parece mentira que me voy a casar con mi amor imposible.

— ¿De veras lo amas así Viví?

— Sí, soy muy dichosa porque él me ama. No sabes cómo he rezado desde que lo conocí para que se fijara en mí. Ya había perdido
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