Mateo tenía pensado hacer su jugada, quizás y no era necesario matar a Mariano, solo mostrarle a Elizabeth la clase de esposo que tenía y a sus hijos… hacerle ver que era preferible tener un padrastro amargado, que un padre inepto.
Bajo de su Ferrari e ingreso en su mansión, solo para dar un paso atrás al escuchar los gritos.
— ¡Feliz cumpleaños!
Cuantas veces su familia lo había sorprendido, incluso cuando él se negaba a que hicieran así sea mención de su cumpleaños, como ya le había dicho a Elizabeth, con el tiempo y al ser compartido con sus otros cuatro hermanos perdía la gracia que le hicieran así sea un pastel, pero ahora, Mateo solo podía ver a Baltazar sonreír, con Nazareno en brazos, que no dejaba de aplaudir, mientras Santino arrojaba papeles dorados por todos lados, al igual que Bautista, y Eliz