Sempiterno
Sempiterno
Por: La chica de las estrellas
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- Soy Alice, tengo 17 años, mi color favorito es el negro, me apasiona escribir historias, la literatura, dibujar y leer, pero eso no le importa realmente a nadie ¿no? - dejo de ver a la vieja maestra que se encuentra frente a todos y miro la ventana como si fuera lo más interesante del mundo.

Su expresión es exasperada, lo sé sin siquiera ver su rostro directamente, la anciana me conoce gracias a mi mala reputación y al parecer no le agrado mucho por la misma razón, su cabello canoso está perfectamente recogido en una tensa cola de caballo, su cara de tez blanca y cubierta con algunas arrugas demuestra su profundo enojo, sus arrugadas manos estrujan el borde del pesado abrigo marrón de su anticuado atuendo, a pesar de ser una mujer de baja estatura puede llegar a intimidar con sus ojos almendrados, a la mayoría les da miedo, pero a mi no.

Esta vieja siempre me ha odiado, y ahora está por estallar de la cólera, ni siquiera me tome la libertad de levantarme de mi (no tan cómodo) asiento, a pesar de que la anciana lo demando, pero, es que en realidad me encuentro harta de esta absurda dinámica, como si a las demás personas les interesara saber de mi notoria existencia y que me apasiona en la vida, realmente absurdo, en este lugar lo único que importa es el que dicen en los pasillos, nada más de lo superficial importa realmente, aquí se es parte del show o se es un simple fantasma que deambula el lugar, se es todo o nada.

Por desgracia a mí me reconocen como la chica "mala" del instituto o como algunas veces escucho por los pasillos soy una badgirl, me ven como si fuese una delincuente o algo por el estilo, generalmente me tienen miedo y no se atreven a meterse conmigo, pero eso no evita que algunos idiotas traten de pasarse de la cuenta inventando estupideces o tratando de llegar a algo más conmigo cuando no lo deseo y es allí en donde me veo obligada a intervenir, por ello es que tengo mi mala reputación, porque cuando lo hago no es de manera pacífica, pero a pesar de todo, disfruto de esta mala reputación, muchos me temen y no saben porque, otros me retan y terminan molidos.

Por suerte este es el último año que paso en esta tediosa escuela, que no es muy diferente a una cárcel, (una vez me tomé la libertad de compararlas no encontré muchas diferencias, bastante paradójico), aun así, muchos lloran al momento de que abandonan esta.

Pero, siendo totalmente sincera, he de admitir que no extrañare absolutamente nada de este monótono lugar, es más, aborrezco cada parte que lo compone, toda la estructura tiene paredes de ladrillos llenas de rayones de ineptos que no saben dónde más plasmar ideas carentes de sentido el cual se atreven a proclamar como arte, el suelo es amarillento y descolorido, muchas veces este me llega a causar unas increíbles náuseas y ni hablar de la falta total de vida social que poseo, muchos en el lugar me temen tanto como para siquiera mirarme a los ojos, pero a pesar de que hay personas que dicen estar interesadas en mí nunca permito que crucen la barreara que me protege contra el mundo real, así que para mí, terminar la escuela secundaria será más una liberación que algo melancólico por lo que llorar largas horas, de igual manera no tendría que lamentar por la separación de algún amigo, es la ventaja de tener 0 vida social, añadiendo que los recuerdos que se oculta en estas 4 paredes es lo que más me carcome la mente, simplemente abandonar este lugar sería lo mejor que me pasara en la vida.

- Bien, el siguiente en presentarse es Alex Mattews – la manera despectiva de decir el nombre del chico de la anciana me saca de mis pensamientos y vuelvo a posar toda mi atención en mi entorno, el fornido chico que se encuentra sentado a mi lado se levanta con crecidos aires de galán y una mirada que denota seguridad propia, muy digna de la personalidad del extravagante chico, en respuesta todas las chicas sueltan un suspiro excepto yo, en cambio ruedo los ojos ante esto hastiada, siempre es lo mismo, el chico galán siquiera respira y todas caen a sus pies, patéticas, por poco le tiran las bragas, lo cual sucedería si la anciana no estuviera en el lugar.

- Yo soy Alex, tengo 19 años, amo el color rojo, los deportes y la compañía de una buena chica - lo último lo dice con doble sentido y dirige sus ojos azulados sobre todas las chicas, de manera seductora, y muestra sus blancos dientes a todas en una perfecta sonrisa, los hoyuelos de sus mejillas se marcan haciéndolo aún más encantador - esta chica - reanuda su habla, sorprendiendo a todos, no lo puedo creer, aquí va de nuevo, bufo en respuesta y cruzo mis brazos sobre mi pecho, levanta pesadamente su mano y me señala mientras dirige su mirada por toda la clase, enfatizando en los chicos - es mi protegida, en resumen es mi chica, nadie se atreva a meterse con ella, de lo contrario me veré obligado a intervenir y todos saben que eso no iría nada bien - termina y elimina su sonrisa dejando en cambio una cara que intimidaría a cualquiera, se sienta de nuevo, como si nada hubiese pasado y el aula queda en un fúnebre silencio, la anciana rueda los ojos y sigue por llamar a su próxima presa.

- Gracias por eso - murmuro para él de manera sarcástica y se acomoda de nuevo en su lugar con aires de galán - pareces mi padre - lo miro directo a los ojos, sonríe tratando de lucir inocente, mostrándome de nuevo los hoyuelos que adornan sus mejillas, a los lejos suenan algunos bufidos y quejas femeninas, yo sonrió a aquellas chicas que parecen perros rabiosos y les muestro mi dedo corazón disimuladamente, se trata del grupo de arpías de siempre, la típica chica popular y hueca, cree que humillándome va a conseguir tener algo con Alex, ella me detesta a muerte y por mi parte es lo mismo, y con el liderazgo de ella también me odia su sequito, son un grupo que realmente deja que pensar, se supone que las "grandes mentes" que se encuentran en esta aula serán el futuro de esta pequeña parte de la humanidad, pero creo que nos está guiando más a la perdición que a la gloria.

Alex es mi amigo desde muy temprana edad, para ser más exactos es mi amigo desde que ingrese a la escuela en este aburrido lugar, desde entonces él me ha protegido de todo y todos, incluso sin que yo me diera cuenta de ello, más adelante paso a ser el chico que me enseñó a ver diferente la vida, fue el que me apoyo incondicionalmente y el que confió ciegamente en mí, por ello a pesar de que sea un idiota en ciertas ocasiones puedo asegurar que le amo y aquel daría lo que fuera por él.

Recuerdo claramente que al inicio simplemente lo evitaba, puesto que siempre se pegaba a mí, cual chicle, pero luego fui entendiendo que él es la única persona en la que puedo confiar ciegamente, y puedo asegurar que es la única persona con la que cuento en la vida. Él es aquel chico que no me juzga ni tiene prejuicios ante lo que soy y mi manera de ser, por el contrario, se preocupa más por mí de lo que lo hace mi propia madre.

Pero, para mí mala suerte él es aquel típico chico popular, el usual y muy reconocido chico capitán del equipo de fútbol, atlético, alto, guapo e inteligente, luce unos grandes músculos, su atractivo es muy notorio, sus ojos azules cual mar no pasan desapercibidos en ningún lado, cuando desea es muy atento y educado, mide 1.85 y es el chico que cualquiera desearía tanto física como emocionalmente, una combinación mortal para cualquier tipo de persona, tanto chicos como chicas caen rendidos ante sus pies y por supuesto mi amigo no desperdicia cualquier oportunidad, es abiertamente bisexual así que atrae más atención de lo usual en este pequeño lugar, y por desgracia ese tipo de atención no es en lo más absoluto mi estilo.

- Te ayudo enana, deberías agradecerme - me mira con orgullo de sus acciones, que está más que claro que son impulsivas, pero que a su parecer me protegerán de una u otra manera.

- No lo haces en lo más mínimo idiota, solo consigues que los chicos piensen que soy una puta más a la que pueden manipular y llamar cuando quieran y las chicas me odien de más, me hacen bromas constantemente, soy la única chica que permanece a tu lado, soy la enemiga, esa atención que quieres llamar no me ayuda en nada y no te atrevas a decir que no, una reputación muy dudosa te persigue Mattews - contra ataco obteniendo la razón en muy poco tiempo, su sonrisa se desvanece en poco tiempo, llega mi turno de sonreír de manera sarcástica.

- Oh vamos, no puede ser así, yo ayudo a que idiotas que tengan la misma reputación que yo no se metan contigo - retoma su sonrisa victoriosa y yo niego, le muestro mi dedo corazón en respuesta y devuelvo mi mirada a la vieja docente - yo también te amo cielo - añade divertido Alex al ver mi reacción, yo solo ruedo los ojos, a veces él puede llegar a ser una persona muy difícil de soportar, tan insufrible como un grano en el culo.

Después de que todas las presas terminaran de presentar su vida monótona y tediosa la anciana empieza con un aburrido discurso sobre el futuro que nos depara y como afrontaremos este mismo, que debemos ser lo que soñamos y más de esas cosas que en este momento no tiene sentido.

Esta es otra cuestión que me tiene realmente hastiada, este es el tema preferido de todos los docentes a decir verdad perece más como si intentaran chismosear que haremos en el futuro que preocuparse por nosotros en realidad, ahora que es nuestro último año algunos de los docentes empiezan a tener una extraña y exagerada preocupación de nosotros y nuestro futuro, sabiendo que antes les importábamos menos que nada.

En medio del efusivo discurso, la inspiración de la vieja se ve interrumpida por un golpeteo insistente en la puerta principal, callándola y haciendo que todos salgan de sus ensoñaciones y suspiren algo aliviados, la dama de cabello blanco se dirige a la puerta con paso pesado, la ira va creciendo y se va reflejando cada vez más en su rostro, camina de manera pesada como una polilla atraída por la luz, habré la puerta con cuidado y su rostro cambia inmediatamente se hace a un lado para que alguien pase, la imagen de un hombre de edad, canoso, pero imponente se alza ante la puerta no se trata de nada más ni nada menos que el director, este se pone a habar con la maestra con bastante discreción haciendo inaudible su conversación.

- No vamos ni una semana - exclamo asombrada y miro a Alex - él no puede saber que fuimos nosotros ¿verdad? – añado divertida ante la situación.

- Mierda... ¿quién más incendiaria todos los cestos de basura de la escuela si no fuimos nosotros? - apunta de manera obvia y mira detenidamente al hombre de edad.

- Necesito que la señorita Alice Watterson y el joven Alex Mattews me acompañen a mi oficina en este momento - vocifera el hombre de manera monótona pero severa a su vez, era bastante normal que el hombre nos tuviera muy a menudo en su despacho gracias a nuestras grandes hazañas, que a pesar de que sea inicio de año ya hemos iniciado, y eso no tiene nada feliz al hombre, pero lo que nos extraña es que no haya mandado a su secretaria por nosotros, así que esto ha de ser bastante serio ya que el hombre se ha tomado la molestia de interrumpir sus atareadas labores para venirnos a buscar personalmente, suspiro y me levanto de mi asiento y me dirijo al anciano seguida por Alex rogando mentalmente al destino que no nos expulsen, no puedo permitir que me expulsen de otra escuela más, no dejaría buena huella en el registro de la universidad a la que deseo postular, necesito un registro en donde no hayan más faltas de mi parte, con suerte los encargados del ingreso a la universidad solo se fijaran en mis notas, no pude haberme esforzado tanto con las malditas notas como para que ahora la cague con esto, no lo puedo permitir.

Todas las miradas y murmullos curiosos y entrometidos nos siguen hasta que desaparecemos por la puerta, malditas personas entrometidas en algo que nos les incumbe, en lo personal pienso que dichas personas deberían buscar algo más interesante que hacer en su vida monótona, otras personas en cambio sonríen divertidos y nos hacen señas de buena suerte, suspiro ante ello y no respondo nada de lo anterior, una vez ya nos encontramos fuera de la espaciosa aula el director agradece, se disculpa con los alumnos por la intromisión y se disculpa nuevamente con la vieja, ella nos mira burlona y cierra la puerta, el hombre se voltea y empieza a liderar nuestro camino, ya muy conocido, hasta su despacho, maldita sea, no vamos más de 4 días de clases y ya en problemas, este va a ser un nuevo récord impuesto en la escuela, "los chicos que expulsan tan pronto como entran", sería un gran encabezado para el periódico escolar.

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