Capítulo 5: Crisis uno

*Reichel*

Baje hasta la cocina seguida muy de cerca de Sebastián, no sé cuándo es que me alcanzó, se puso unos jeans y una remera con cuello en v, mientras que yo me puse una camisa y un pantalón bastante formal.

Todos estaban ultimando los detalles para la ceremonia, yo iba a entregar a Sara en el altar ya que soy su único familiar, pensamos en que Joseph, el padre de John, podría hacerlo, pero a ella le encantó la idea de que fuera yo, así que lo haríamos a su modo.

Sara me entregó una taza de té de hierbas para relajarme y me puso su mejor cara de “Rei cálmate”.

—¿Hiciste galletas?—dije tomando la taza que me entregaba.

—No tuve tiempo—dijo mientras hacía su mejor puchero.

—Está bien solo por eso te cobraré mis servicios como organizadora de bodas—dije mientras tomaba mi té.

—Ahora que Sebastián te mantendrá ya no necesitarás cobrar por nada—dijo guiñandome el ojo.

—Mira quién habla—dije haciendo el mismo gesto.

—Siento que ustedes dos fundirán a la familia—nos bromeó John y nosotras comenzamos a reír.

Al terminar de desayunar todas las mujeres se fueron a un sector de la casa mientras los hombres a otro, digamos que habían separado la casa en dos.

Comenzamos con una sesión corta de spa, masajes y comida ligera, pero el día pasó volando y ya se iba acercando la hora de la ceremonia.

Sara se metió en una tina y se relajó como por treinta minutos, mientras la hermana de John comenzó a arreglar a las mujeres, hacía un buen trabajo con el maquillaje y los peinados, mientras esperaba a Sara me puse a charlar con ella.

—¿Qué te parece mi hermano?—preguntó sin ningún tapujo mientras arreglaba a Joselyn, la prima de ambos.

—No sabría que decirte, físicamente no tengo quejas—dije y al escuchar eso me dio una risita picarona—pero la verdad es que aún sigo enojada con él por enlazarme sin mi consentimiento—concluí y se puso algo tensa con eso último.

—Nosotros los Lobos somos muy impulsivos, pero eso no quiere decir que seamos malos—dijo calmadamente—Sebastián se guió por su instinto, ¿ya conociste a Gregory? Te puedo asegurar que no hay Lobo más fiel sobre esta tierra—concluyó dándome una sonrisa.

—Caroline no te metas en los asuntos de tus hermanos mayores—interrumpió Lilian, la madre de Sebastián, que miraba la escena desde un sillón con una copa de champagne en una de sus manos.

—Lo siento si la ofendí Lilian—dije pidiendo disculpas a ¿mi suegra?

—No te preocupes niña, desde ahora eres parte de la familia, queramos o no, la Luna te ha asignado como compañera de mi hijo, Princesa de los Lobos y futura Reina de estos—dijo algo molesta, no sé si por sus palabras o por mi persona.

—Espero estar a la altura—conteste y en ese momento Sara entró en la habitación para salvarme del incómodo momento.

—Ya estoy lista—dijo a las presentes.

—Ven princesa, me tomaré todo el tiempo del mundo para deslumbrar a mi hermano—dijo Caroline tomándola del brazo y dirigiéndola al espejo.

—Me salvaste—dije acercándome a su oído.

Me guiñó el ojo y se dejó embellecer por su cuñada.

Me fui a mi habitación a cambiarme, cuando estuve lista me mire al espejo, llevaba un vestido azul petróleo con la espalda libre y un escote que me llegaba hasta el ombligo, era largo hasta el suelo, pero tenía un tajo del lado derecho que me dejaba ver mis piernas a la perfección, elegí mis anillos con cuidado, no quería quedar indefensa ante Sebastián ni tampoco no poder hacer todo lo que tenía preparado para el día de hoy, los combiné con unos azules y otros celestes, fueron tres en total.

Llegando a la habitación donde Sara se preparaba sentí que estaba triste. 

Me apresure a ir con ella. 

Me encontré a John en la entrada y sin dudarlo lo frené.

—No, no y no, tú no puedes entrar ahí—dije a modo de regaño, llevaba un traje hecho a su medida, estaba tremendamente sexy, un novio con el que cualquier mujer sueña.

Sebastián se acercó a nosotros, pero antes de que me vea bien entré en la habitación.

Al entrar me encontré con Lilian y Caroline que no podían contener a Sara.

—¿Qué sucede hermosa?—dije acercándome a donde se encontraba llorosa.

—El ves… el vestido no… no me queda—dijo entre lágrimas sorbiendo los mocos.

—Si no se calma voy a entrar—dijo John desde el otro lado de la puerta.

—No tienes porqué hacer eso—grite a John, aunque sabía que eso no era necesario ya que él me escuchaba por sus sentidos de Lobo—a ver déjame ver si entiendo, ¿estás llorando porque el vestido no te entra?—dije a Sara mientras secaba sus lágrimas.

—No me entra porque mi panza creció mucho en los últimos días—dijo ya más calmada.

—Ay hermosa y ¿para qué me tienes a mí?, a ver déjame ver cuál es el problema—dije mientras le extendía el vestido para que se lo pusiera.

Sara se lo intentó poner, pero el corsé que le ajustaba perfecto su torso no le cerraba por su pancita de embarazada.

Hice que se girara y me encargué de agrandar su vestido.

—Quedo perfecto—dije mirando mi trabajo y asegurándome de que el arreglo no se notará, sino que fuera parte del diseño original del vestido—crisis uno terminada, ahora Caroline tendrá que maquillarte otra vez—termine, ella se calmó y se miró al espejo, dejando así que Caroline volviera a perfeccionar su obra de arte.

El vestido que habíamos elegido era un corte a con encaje y bordados, aunque antes era un corsé entero ahora tenía la espalda abierta atada con finas tiras de encaje acorde al vestido. 

La figura de Sara y su hermosa pancita de apenas dos meses y medio se marcaban muy bien con él.

—Crisis uno superada—dijo Sebastián entrando en la habitación. 

Tuve un reflejo de cubrir a Sara, pero John no entró con él.

—Si hijo ya todo está bien—dijo Lilian arreglándole el moño de la corbata.

—Madre así está bien—contestó algo irritado al ver el gesto de su madre.

—Doscientos años y no puedes hacerte el nudo de la corbata, lo que me espera—dije en broma y todas las presentes largaron una carcajada.

Sebastián se puso delante de mí, yo estaba sentada en un sillón viendo como maquillaban a Sara.

—Esto es para ti, veo que combinara con el vestido—dijo y me paré de mi lugar para tomar la caja que tenía en su mano.

Sebastián me miró de arriba abajo unas cinco veces.

Abrí la caja mientras él disfrutaba de la vista y vi que era una gargantilla con zafiros y diamantes.

—Te ves hermosa—dijo sin dejar de recorrer mi persona con la mirada—déjame que te la coloque—siguió tomando la gargantilla—era de mi abuela y fue de mi madre hace muchos años, ahora es tuya y algún día tú se la podrás dar a nuestra hija—dijo y sentí que se puso algo tenso cuando me gire para que me la pusiera.

Me di la vuelta para preguntarle qué sucedía, pero no me dejó hablar.

—Debes usar otro vestido—dijo más como una orden que como un pedido.

Todo el ambiente se llenó de una energía negativa que provenía de él.

—¿Por qué?—dije mirando mi vestido, si era algo provocador, pero me lo iba a poner antes de que él se pusiera en plan de perro posesivo.

—Debes usar otro vestido y punto—dijo en el mismo tono que antes, una orden más que un pedido.

—No usaré otro vestido, este me lo compré especialmente para la ocasión—contesté firme.

Sebastián se sacó el saco y me lo puso. 

No entendí su gesto.

—¿Y eso?—pregunté algo confundida.

—Así si puedes presentarte ante todos—dijo, aún estaba tenso.

Me quité el saco de los hombros y se lo tendí.

—Si me explicas que no te gusta de mi vestido lo puedo arreglar, soy buena modista—dije intentando que se calmara.

—Tu espalda—dijo serio—no puedes mostrar tu espalda—término sin agregar nada más.

Lilian se acercó, pero Sebastián mostró los ojos de Gregory y se frenó de su acción.

—Tapar mi espalda no está en mis planes, ¿Por qué debería de hacerlo?—pregunte aún más confundida que antes.

—Porque sí y punto—dijo como simple respuesta.

—Pues porque si, no es una respuesta convincente—dije cansándome de su plan de perro posesivo, tenía un escote que prácticamente me dejaba ver todo, pero a él le importaba que mostrara mi espalda.

—Reichel es por tu tatuaje, no debes mostrarlo a los demás—aclaró Lilian al ver que su hijo no me daba respuesta.

—Este—dije y me señalé la espalda—me gusta, se ve muy bien con el vestido—dije a ambos que me miraban con cara de querer arrancarme la cabeza.

—Debes usar otro vestido y ya—dijo Sebastián que no daba el brazo a torcer.

—Pues no lo haré, ni tampoco cambiaré este—dije sabiendo que podría tomárselo mal.

Lilian se acercó a Sebastián, este no le hizo caso, pero Lilian uso de toda su altura, al menos tenía ciento noventa centímetros de alto, y le dijo algo al oído que no logre escuchar, Sebastián se giró la miró, luego se volvió a girar me miro a mi de arriba abajo y salió de la habitación seguido de Lilian.

Me quedé con Caroline y Sara solamente las cuales estaban entre confundidas y aterradas.

—¿Por qué no puedo mostrar mi tatuaje?—pregunté a Caroline, esperando que ella si me diera más información.

—Es tu marca, eso solo le pertenece a Sebastián y a ti—dijo y se quedó pensando unos segundos—es como si le faltaras al respeto a su unión—concluyó siguiendo con la tarea de maquillar a Sara.

—Había leído muchas veces sobre los Lobos y jamás leí algo respecto a los tatuajes de las marcas del enlace—dije aun sin entender el asunto.

—Pues es algo privado no lo encontrarás en los libros, es algo de Lobos no más—dijo continuando su labor con Sara.

Después de unos minutos Sebastián y Lilian regresaron a la habitación. 

Lilian traía unos pañuelos que dejó sobre el sillón, eran unos seis o siete, de diferentes colores que iban del blanco al azul, con diferentes motivos y detalles.

—Ponte el que quieras—dijo Sebastián señalándomelos.

Fui hasta donde estaban y me probé uno a uno. 

Había entendido la idea, aunque no me agradaba, me gustaba como el vestido marcaba mi espalda y dejaba ver el hermoso tatuaje de la marca de Sebastián, pero aún así accedí a ponerme uno color blanco con detalles en azul y celeste que iba muy bien con mi vestido.

—Este, ¿Cómo me queda?—pregunté a Sebastián una vez me lo acomode bien.

Se acercó a mí y me agarró de la cintura, me dio un beso muy apasionado.

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