NARRADOR
Mireya llevó el café con manos temblorosas. Estaba nerviosa y odió profundamente ver a Luciano tan tranquilo y cómodamente ubicado. Él se había quitado la corbata y había abierto varios botones de su camisa. Hasta se había quitado los zapatos, era el colmo.
-¿Estás cómodo?- Lo miró con molestia sintiéndose incómoda en su propia vivienda
-Tal vez, pero tú pareces nerviosa- Lo observó incrédula, ¿Quien no estaría así en su lugar?
-Podria creer que eres un vidente, no sé cómo adivinas- Se sentó rígida intentando no mirarlo a él- ¿Azúcar?
-Tal vez si me besas no necesitaré endulzar el café. ¿Siempre eres así?- Él dejó de sonreír preocupado
-Así soy. Si esperas una noche increíble aquí, te aseguro que escogiste el lugar equivocado para una fantasía. Soy solo una maestra aburrida y pésima para todo lo que quieres- Luciano se sintió sorprendido por aquella confesión tan directa, pero vio a Mireya observar el café sin poder sostener su mirada
-No te creo una sola palabra.